Por: Octavio Carrasquilla

 

Un número cada vez mayor de estudios sobre las enfermedades infecciosas emergentes señala a las alteraciones producidas en la cobertura forestal en particular, la deforestación junto con la urbanización y el aumento de la frontera agrícola como principales factores contribuyentes a la aparición de enfermedades contagiosas. De manera efectiva, el aumento actual coincide con el ritmo acelerado de deforestación tropical en las últimas décadas, dicho proceso tiene repercusiones que se extienden a nivel mundial.

Las teorías sobre el origen de la pandemia de COVID-19 no están claramente definidas, existen evidencias que los primeros casos reportados están asociados a un mercado mayorista público en Wuhan provincia de Hubei en China, en donde es comercializada fauna silvestre para consumo humano. Los coronavirus circulan principalmente entre animales, pero han evolucionado e infectado a humanos convirtiéndolo así en un virus zoonótico.

No en tanto, virus como la Fiebre Amarilla, Dengue, Chikunguña y Oropouche son al menos cuatro de los diez virus provenientes de los boques que han repercutido en nuestro continente, con impactos que aún no dejan de azotar la región.

Según un nuevo estudio de la Universidad de Stanford (Bloomfield, 2020), los virus que saltan de animales a humanos, como el responsable de COVID-19, probablemente se volverán más comunes a medida que las personas continúen transformando hábitats naturales en tierras agrícolas. Esta evidencia se convierte en un argumento más para preservar y/o manejar de manera sostenible los bosques naturales remanentes.

El freno impuesto a la economía global por la pandemia del CODVID-19, producto del aislamiento social, cuarentenas obligatorias e inclusive toques de queda en algunos países, y la consecuente parada del aparato productivo mundial; presagia repercusiones de mayores dimensiones a la depresión de 1929 y a la crisis financiera de 2008.

Como América Latina y el Caribe ha vivido de manera histórica de espalda a los bosques y de manera consecuente a la actividad forestal productiva con salvadas excepciones, debemos tener presente en el actual escenario, que el sector forestal continúa prestando tanto productos como servicios que seguimos ignorando, pero que de manera sostenible siguen suministrando soluciones para la atención inmediata a la actual pandemia.

Solo para mencionar algunas vale la pena destacar, la producción de hule extraída del árbol de Caucho Hevea brasilensis para la fabricación de guantes médicos desechables, así como para la fabricación de componentes para equipos de respiración asistida, la resina y colofonia del Pinus patula, utilizadas para la fabricación de jabones y detergentes, así como la trementina de la misma especie de la cual se sintetiza un aceite, ampliamente utilizado en desinfectantes y agentes de limpieza.

Los hisopos o bastoncillos estériles para el raspado bucofaríngeo o nasal utilizados en las colectas de muestras durante el diagnóstico del virus, tienen como soporte estructural principal madera o bambú, además de una amplia gama de mascarillas quirúrgicas fabricadas con celulosa provenientes de árboles de los géneros Eucaliptus y Pinus, principalmente.

En tanto el sector salud asume el reto desafiante de la transformación digital, la mayor parte de los servicios de salud pública de la región ante la carencia de la historia clínica electrónica, mantiene la generación y manejo de documentos en el formato análogo, lo que demanda consumo de papel y de manera consecuente celulosa proveniente de plantaciones forestales.

Sin olvidar, que en la región existe un arraigo por el uso de féretros construidos con madera, ya que la crisis de la pandemia ha conducido a países de la región a abocarse a la fabricación de estos en cartón por la alta demanda de los primeros, en ambos casos las materias primas terminan proviniendo del sector forestal.

A lo anterior debemos sumar el papel que juegan los bosques urbanos en el mejoramiento la calidad del aire al absorber el dióxido de carbono y otros contaminantes, lo que incide, en disminuir la frecuencia de enfermedades respiratorias, para nada deseadas en el actual escenario sanitario, ya bastante complicado impuesto por la pandemia del COVID-19, al cual están sometidos los sistemas públicos de salud de la región.

Es impredecible el momento en que cada país de América Latina retome sus actividades productivas, lo cierto es que debemos asegurar la producción de alimentos para toda la población, ello quiere decir reactivar de manera contundente el sector primario de la región. Y comprender que el sector forestal también genera materias primas para el sector agropecuario como son las cajas para el almacenamiento y transporte de hortalizas, forraje para el ganado, servicios ambientales tales como captación y regulación del agua, la facilitación del proceso de polinización, la protección como barrera rompe vientos, como barrera fitosanitaria, la sombra prestada en cultivos de café y cacao bajo este esquema e inclusive a través del suministro de sombra para el ganado bajo esquemas silvopastoriles.

Ello debe conducir también a estimular al sector forestal, como parte del sector primario, así como a toda la cadena productiva forestal que inicia en el bosque, su transformación industrial hasta el mercado. Esto también asegura los servicios ambientales y la producción de insumos para el sector agropecuario, además funciona como medio para promover una reactivación económica baja en emisiones de carbono ante el escenario del cambio climático y permite a los países atender al cumplimiento del Acuerdo de París.

Las actividades forestales productivas como los boques plantados, son a menudo una fuente de desarrollo económico y constituyen una de las mayores fuentes de empleo para la población rural e inclusive la urbana. Esto representa uno de los vínculos más importantes entre silvicultura y garantía del sustento en un momento en que las familias rurales tienen que cubrir una parte creciente de éste con el empleo e ingresos no agrícolas.

Reactivar la cadena productiva forestal de América Latina post pandemia, es una oportunidad. estratégica, un mecanismo que fortalecería la exportación de productos venidos del sector forestal, lo que a su vez aumentaría la capacidad y diversidad exportadora de la región, al aumentar la variedad de los motores productivos de la región y permitiría posicionar a la región ante un nuevo orden económico, tal cual lo conocíamos previo a la ocurrencia del COVID-19.

Bloomfield, L.S.P., McIntosh, T.L. & Lambin, E.F. Habitat fragmentation, livelihood behaviors, and contact between people and nonhuman primates in Africa. Landscape Ecol 35, 985–1000 (2020). disponible en:https://doi.org/10.1007/s10980-020-00995-w

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